La prueba testifical sigue prevaleciendo en el ámbito jurídico-procesal; no solo encontramos pruebas testificales casi en todos y cada uno de los procesos judiciales, sino que en muchos de ellos siguen siendo determinantes. ¿Cómo proceden los jueces a la hora de valorar este tipo de elementos de juicio? En la mayoría de los países de tradición romano-germánica sigue prevaleciendo una concepción ampliamente subjetivista tanto en lo que respecta a lo que se debe valorar como a la manera en que se debe valorar. Así, se sigue creyendo que se debe valorar al testigo (es decir, quién lo dice y cómo lo dice) en lugar de centrarse en su testimonio (lo que afirma haber presenciado). Además, se continúa operando bajo la premisa de que el principio de inmediación funciona como un «método de conocimiento» mediante el cual los jueces pueden, de alguna forma, percibir quién dice la verdad y quién está mintiendo.
Todo lo anterior ha sido amplia y sólidamente criticado por los avances de la psicología del testimonio, que ha mostrado cómo la memoria y el proceso reconstructivo de recordar influyen en la credibilidad del testimonio y, además, cómo una persona que cree genuinamente estar diciendo la verdad podría estar afirmando falsedades. Hay muchas y muy variadas explicaciones sobre tales testimonios genuinos pero erróneos: en qué condiciones se percibió algo, cómo se recabaron los recuerdos, cuánto tiempo pasó entre que un sujeto percibió los hechos y declaró en juicio oral y un largo etcétera. Es indispensable que los operadores jurídicos (jueces, abogados, fiscales, etc.) dispongan de las bases necesarias para saber qué y cómo valorar el testimonio de quien afirma haber percibido hechos relevantes para el caso: este curso tiene como objetivo brindárselas.
La importancia de la correcta valoración de la prueba testifical